Los adultos del Taller Laboral se lucen haciendo pan y también en la repostería.

La cocina y la artesanía, son dos de las actividades que día a día motiva, de manera entusiasta, a los 21 alumnos que son parte, hoy día, del Taller laboral “Manos de Hermanos”, dependiente de la corporación del mismo nombre y que fundaron, hace diez años, padres y madres de adultos con discapacidad intelectual en Punta Arenas.

En este lugar y desde el año pasado, ellos venden sus propios productos, sin embargo, en la rutina, deben fortalecer su aprendizaje con la implementación y las herramientas que reciben del financiamiento de varios proyectos a los que deben postular para poder estar en marcha y mantener el capital humano y profesional necesario para su formación.

En ese contexto es que, este miércoles, la Universidad de Magallanes firmó con la Corporación Manos de Hermanos, un convenio de colaboración por un año para enviar, de manera semestral, estudiantes en práctica de la casa de estudios superiores a la institución y así cumplir, por una parte, con una de las etapas académicas más importantes de la carrera universitaria, y por otro, servir de  apoyo importante en el proceso de inserción laboral de personas con discapacidad intelectual en nuestra región.

La ceremonia de firma se realizó en dependencias del taller y estuvo a cargo del rector, Juan Oyarzo y la presidenta de la Corporación, Sandra Ivelic. Asistieron a ella los alumnos del taller, sus monitores, padres y también directivos de las distintas especialidades que imparte la Umag, sobre todo de las áreas de Pedagogía, Trabajo Social, Psicología, Nutrición y Dietética, Fonoaudiología, Kinesiología, Terapia Ocupacional, Enfermería, Ingeniería Comercial y Agronomía.

La artesanía y otras manualidades que hacen los alumnos se exhiben en una sala de ventas que tiene el taller.

Sandra Ivelic, agradeció el compromiso social de la universidad, haciendo hincapié en el aporte que hace la institución para “visibilizar una realidad que aún está muy oculta en nuestra sociedad”. En ese sentido enfatizó que “lo ideal sería que el Estado se preocupara de entregarles una subvención no sólo hasta los 24 años, yo sé que es mucho pedir, pero en parte ayudaría mucho a los chiquillos a poder lograr un mejor desarrollo dentro del hogar, las instituciones, ayudaría a todos, pero sobre todo a ellos”.

Para el rector de la Umag, Juan Oyarzo, en tanto, se trata de una responsabilidad y compromiso que debiera asumir, en su conjunto, la sociedad. “Lo que queremos hacer es ayudarlos, de tal manera que puedan insertarse en el mundo exterior y sentar una responsabilidad social, un compromiso de todos nosotros por atender a estos adultos. Es muy significativo para nosotros dar este paso, pero también la sociedad tiene que hacerlo, porque o si no sería una labor que no tendría resultado”, resaltó.