Académica e investigadora de la U. de Valparaíso dictó clase magistral sobre los principales hitos de la carrera de Trabajo Social

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Por Vitalia González (nota) y Mónica Araus (fotos), Dirección de Comunicaciones.

En el contexto de la ceremonia de inauguración de su año académico 2024 la carrera de Trabajo Social de la Universidad de Magallanes (UMAG) invitó a la académica e investigadora de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad de Valparaíso, Dra. Patricia Castañeda Meneses, quien dictó la clase magistral: “Ruta histórica de la formación profesional en Trabajo Social Chileno. Próximos a conmemorar 100 años del Trabajo Social Latinoamericano”, en la que hizo alusión a los principales hitos de la profesión.

En la oportunidad, Castañeda agradeció la invitación recibida por la Universidad de Magallanes añadiendo que la idea es compartir experiencias respecto del siglo que cumple la formación de Trabajo Social en Chile. “Una de las líneas de investigación que he desarrollado conjuntamente con mi colega de la Universidad de La Frontera Ana María Salamé Coulón ha sido sobre la historia profesional que de alguna forma se ha ido fortaleciendo, se ha ido acercando a través del tema de la memoria y de los antecedentes históricos. El 4 de mayo de 1925 nosotros vamos a conmemorar como carrera la fundación de la primera escuela de Trabajo Social en Chile y de América Latina, entonces esta actividad está vinculada directamente con estos eventos de conmemoración y entregarles a las nuevas generaciones estas miradas y estos hitos que nos construyen como profesión”, precisó.

La académica indicó que el Trabajo Social en Chile se ha caracterizado por la relación que existe entre tres componentes: El modelo de desarrollo del país, el rol que asume el Estado con cada modelo de desarrollo y las políticas sociales. Desde sus inicios la carrera ha estado ligado al área de la salud. Ya hacia finales del siglo XIX y hasta finales de la década del 40 Chile va a apoyarse en un modelo de desarrollo hacia afuera, enfocado en la producción de materias primas -en ese momento salitre y trigo-, el rol del Estado es liberal y los temas sociales no forman parte directa de su agenda, por lo tanto, las políticas sociales van a responder a la lógica de la cuestión social. “Somos un país pobre, rural, disperso con poca capacidad sanitaria, altas tasas de mortalidad infantil, mortalidad materna infantil y donde se necesitan profesionales que se hagan cargo de estas áreas fuera de los recintos hospitalarios y vincularse con los territorios los que fueron reconocidos. Las mallas curriculares van a ser fundamentalmente sanitarias donde muchas de las asignaturas están vinculadas a la alimentación, atención del parto, el cuidado del recién nacido, el puerperio. Ya en el año 25 hay formación en Ciencias Sociales y hay antecedentes de investigación social cuantitativa”, señaló.

La investigadora dijo que a fines de la década del 40 e inicios del 50 por sugerencia de los organismos internacionales el modelo de desarrollo del país y de América Latina se había dado vuelta y el interés ahora se centra en el desarrollo de la industria nacional. “Este modelo va a funcionar por 3 o 4 décadas en Chile y va a ir acompañado de un Estado que se define como de bienestar social por lo tanto las políticas de salud, vivienda y educación se van a preocupar de entregar beneficios universales y gratuitos en lo posible de bajo costo. Bajo esta lógica hay una política social que aspira a ser universal”, precisó. A contar del año 41 y hasta 2005 el título profesional va a ser de Asistente Social, donde la relación está vinculada a la asistencialidad. En la década del 40 se suma la intervención del trabajo con grupos; el currículum se va a mantener estable durante 4 décadas hasta la década de 1960.

Castañeda añadió que a partir de la 60 y en el marco todos estos procesos de transformación que se desarrollaban en Chile y Latinoamérica se inicia una revisión del quehacer del Trabajo Social un proceso que se conoce históricamente como reconceptualización, proceso de autorreflexivo que intenta dar una mirada de carácter científico a la profesión, donde se fortalece el estudio de la realidad y los fenómenos sociales, para proactivamente, desarrollar y facilitar en los sujetos motivaciones para el cambio consciente de sus realidades. En el currículo aparece formalmente el ramo de ética y se instaura la planificación social.

La académica manifiesta que cuando se desarrolla la Alianza para el Progreso una de las condiciones de cooperación que se establece con Estados Unidos es que desde América Latina vayan profesionales a aprender sobre esta temática ya que se buscaba romper la lógica que las decisiones de desarrollo tenían que ver exclusivamente con decisiones política.En esta época se rompe con la tradición histórica de la profesión y pasa alinearse con las demandas más vinculadas a la organización y la promoción social por eso es por lo que cuando se produce el golpe de Estado el año 1973 es una de las profesiones complejas, difíciles y bajo sospecha”.

El 73 durante la dictadura se cierran las escuelas de Servicio Social y las que quedan funcionando lo hacen bajo estrictas condiciones que incluyen la expulsión de académicos y estudiantes, cambios ideológicos de los planes de estudio, suspensión de ingresos de primer año, censura en los fondos bibliográficos entre otros. “Se vuelve a instalar un modelo de desarrollo que tiene como base los recursos naturales y establece un rol de Estado subsidiario eso se traduce en que los elementos asociados a los beneficios, a las coberturas de problemas sociales del país van a estar vinculados a la focalización, lo que implica medir las condiciones de pobreza y hacer que recursos escasos puedan llegar al mayor número de personas posible, esta lógica se ha mantenido durante las últimas décadas con excepción del proceso de vacunación COVID-19 que fue universal, gratuito y de cobertura país”, manifestó.

La académica explicó que con el retorno de la democracia y con los gobiernos de la Concertación y las posteriores alianzas se han hecho ajuste a una economía de mercado que mantiene su esencia, sus mismos componentes pero que aspira a tener algunos elementos de mayor justicia social, el Estado subsidiario sigue teniendo su rol y las políticas continúan siendo focalizadas. El 2005, en el marco de la recuperación del rango universitario de la carrera, se establece el título de Trabajador y Trabajadora Social “Eso nos deja en el rango internacional Social Work y marca la diferencia entre la formación universitaria, la que entrega los institutos profesionales y los centros de formación técnica. Para ser Trabajador o Trabajadora social debes tener el título profesional, pero además la licenciatura, condición que entrega exclusivamente la universidad”, precisó.