Académico de Educación Mario Garay analiza los 4 años de implementación del SAE

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-En un trabajo que data desde 2017, el Dr. Mario Garay, actual director de Docencia de la Universidad de Magallanes, examina el funcionamiento de este mecanismo de regulación de inscripciones inserto en la Ley de Inclusión Escolar que busca bajar los niveles de segregación escolar en el sistema educativo de nuestro país.


A partir del 2016, se implementaron una serie de modificaciones a la forma en cómo se postula y accede a establecimientos financiados por el Estado. Se trata de la Ley 20.845 (conocida como Ley de Inclusión Escolar), que tiene como objetivo, disminuir la segregación social en la matrícula escolar. Para esto, se diseñó un nuevo Sistema de Admisión Escolar (SAE), que funciona como un mecanismo de asignación. A través de una plataforma web los apoderados colocan sus preferencias jerarquizadas y luego estas son compatibilizadas con las vacantes de los establecimientos para poder asignar de la forma más eficiente posible la matrícula. Lo más polémico ocurre cuando hay más demanda que cupos en una escuela, pues ahí se aplica aleatoriedad para otorgar idéntica opción de quedar o no.

El Dr. Mario Garay Aguilar, profesor de Estado, académico e investigador del Departamento de Educación y Humanidades, y también director de Docencia de la Universidad de Magallanes (UMAG), analiza este sistema desde 2017 y, esta semana, compartió parte de las conclusiones a las que ha llegado junto a otros colegas del Departamento sobre la implementación del SAE -que ya lleva cuatro años de implementación- con nuevos estudiantes de Pedagogía y colegas en el marco de seminario reciente llevado a cabo en la UMAG acerca de segregación escolar, el que también contó con la visita del destacado especialista belga en Educación, Dr. Vincent Dupriez.

Al respecto, Garay comenta que las primeras evaluaciones son positivas, ya que indican que más o menos la mitad de los postulantes queda en su primera preferencia y un 75%, queda en una de las tres primeras. Sin embargo, sostiene que su implementación ha generado muchas dudas y tensiones en los principales actores del sistema. “Por un lado, los apoderados sienten ansiedad porque ingresar en un establecimiento determinado ya “no depende de ellos”. Profesores y directivos, por su parte, ahora perciben que arriban estudiantes sin haberles escogido y por ello, con bajo compromiso”, señala.

Frente a ello, el académico afirma que “no obstante, ambos fenómenos, son parte de un problema previo al SAE: la oferta pública que se considera de calidad, es reducida y segregada; por tanto, tiene una alta concentración de demanda en pocos establecimientos”. En ese sentido, una de sus principales conclusiones es que, a pesar de los esfuerzos, la política no ha tenido el impacto deseado y el sistema continúa segregado, es decir, continúan existiendo los establecimientos altamente deseados y aquellos que no convocan el interés de las familias. Añade, entonces, que el primer análisis es que “no ha logrado distribuir equitativamente o a colegios más deseables a los estudiantes más vulnerables”.

Siguiendo esta línea, el educador plantea que “hay que analizar los criterios que tiene el sistema para asignar estudiantes de forma aleatoria a los colegios, porque la mayoría de las vacantes queda en los establecimientos municipales. Por ejemplo, los particulares subvencionados si tienen 10 vacantes, postulan 100. En cambio, en los municipales si hay 100 vacantes, postulan 30. Por eso que hay un grupo bastante significativo que queda muy descontento con el sistema que es la mayoría de los apoderados que postula a los establecimientos particulares subvencionados y no quedan, entonces ahí se produce la frustración. Y quedan dos opciones: el que tiene recursos, hace un esfuerzo y se va al particular, y el que no que se va al municipal”.

¿Entonces, pese al avance, se siguen manteniendo las brechas?

“En parte sí, y ahí sería importante retomar la ubicación geográfica como otro factor, o a lo mejor también pasar de un 15% de estudiantes vulnerables por curso, a un 25% o 20% paulatinamente. Pero lo de fondo es que no ha habido una preocupación real del Estado de mejorar la educación pública. Esto hace, a la postre, que las escuelas municipales sean hoy día poco deseables para los padres y apoderados. Y por otro lado, nos preguntamos, derechamente, ¿cómo romper la segregación? pero es algo más complejo aún  porque la segregación también está en la cultura de la comunidad. Vemos, en la práctica, por ejemplo, que la clase media es bastante segregadora, no quiere estar con los municipales y dependiendo del nivel socioeconómico de esa clase media tampoco quiere estar con la media o media baja, por eso es que emigran a los particulares. Está la autosegregación”.

¿Cómo conformar una oferta de calidad, asegurando que haya colegios deseables a todos los estudiantes?

“El SAE ha generado un entorno útil, justo y eficiente para poder dar un primer paso. Es un mecanismo además, que está sintonizado con la evidencia y la experiencia internacional, que recomienda eliminar prácticas discriminatorias e incentivar medidas que reduzcan la segregación social asociada a la elección de escuela. Pero el SAE por sí solo es insuficiente y para fortalecer la totalidad de la oferta pública, se requiere poner en marcha una multiplicidad de políticas públicas que involucren más inversión, incrementar infraestructura, autonomía para directivos y sostenedores, mejorar la formación inicial docente y la calidad del empleo para profesores, entre muchas otras. Tareas pendientes para avanzar hacia una educación de calidad”.

Repensar la escuela

Pero más allá del fenómeno de la segregación en su conjunto, Garay plantea que hay otro tema necesario de analizar y que se descuelga un poco de las consecuencias que genera: la educación post pandemia. A juicio del académico, esto tendría que llevar a “repensar la escuela”.

“Si bien todos hablan de la innovación, del uso de la tecnología, debemos ser conscientes que la pandemia también dejó en evidencia que las brechas en el sistema educacional se profundizaron, entonces la post pandemia implica desafíos en la formación inicial, en el sistema escolar y en la formación continua de los docentes. Creo que ése es un punto que no hay que perder de vista”, sostuvo.

Dicho lo anterior enfatiza, por ejemplo que “las estrategias que estábamos enseñando en la formación inicial van a tener que modificarse de acuerdo al nuevo contexto”, y añade: “cuando se habla que en pandemia se hicieron muchas innovaciones, hay que ver cuánto de eso queda instalado. Muchos profesores ahora volvieron a hacer lo mismo que hacían antes de la pandemia. Entonces es un elemento que hay que mirar y evaluar y ver qué de lo bueno que se hizo, hay que mantenerlo teniendo en cuenta esta incertidumbre si vamos a volver de nuevo a lo mismo”.