Académicas de Ingeniería instauran premio en homenaje a la primera ingeniera titulada en Magallanes

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-“Ingeniera Eliana Hernández Tapia” es el nombre de la magallánica que inspiró y bautizó la distinción universitaria, ya que su historia de vida y trayectoria profesional, representan un hito pionero del quehacer de las mujeres en el mundo ingenieril de la región.

Bárbara Suazo Velásquez, premio ingeniera Eliana Hernández Tapia 2021 junto a la académica Ma. Luisa Ojeda.

En el contexto de una emotiva ceremonia de titulación de la Facultad de Ingeniería, donde se recordó la memoria del estudiante Ignacio Parada Gálvez, a un año de su partida tras el accidente aéreo rumbo a la Antártica, la recientemente conformada agrupación “Académicas de Ingeniería (AFI)”, inauguró la entrega de un galardón especial destinado a reconocer a la mejor alumna de la generación que se gradúa.

Se trata del premio “Ingeniera Eliana Hernández Tapia”, mujer puntarenense (1926-2017) y primera ingeniera en ejecución en Petroquímica egresada de la sede de la  Universidad Técnica del Estado (hoy Universidad de Magallanes), cuya trayectoria marcó un referente del quehacer de las mujeres en el sector de la Ingeniería a nivel local, destacando su tenacidad y profesionalismo en el ámbito laboral como trabajadora de la Empresa Nacional del Petróleo (ENAP) en la década de los 70’.

Así, y bajo la inspiración de este legado dejado por la destacada profesional magallánica, la primera distinción de este premio académico recayó en la titulada del año 2021, Bárbara Constanza Suazo Velásquez, ingeniera en Construcción, quien tras subirse al escenario a recibir el reconocimiento y sorprendida por el sentido profundo del estímulo, manifestó: “es un honor recibir este premio luego de escuchar la reseña de la vida de doña Eliana”.

Semblanza

El anuncio y la entrega del galardón estuvo a cargo de la ingeniera civil Química, María Luisa Ojeda Almonacid, integrante de AFI y también la primera mujer titulada de Ingeniería Civil de la de la Universidad de Magallanes; hoy académica adjunta de la Facultad e ingeniera de proyectos del Centro de Estudio de los Recursos Energéticos (CERE).

En su alocución, hizo suyas las palabras de Ana María Vallina Hérnandez, hija de Eliana, narrando así una semblanza de su vida que incluyó pasajes de su infancia, juventud y también de su historia familiar y profesional en Magallanes.

Imagen de Eliana Hernández en una visita a terreno en ENAP, 1971.

“Formó su familia en 1945, dedicándose a la casa, pero siempre muy inquieta, estudiando idiomas y trabajando ocasionalmente como secretaria. Cuando su hijo Francisco empieza a ir a la UT, sede Punta Arenas y sus hijas todas en el Liceo, ella rinde la PAA e ingresa a la carrera de Ingeniería de Ejecución en Petroquímica. El comedor diario de la casa se convirtió en una sala de estudios, con unos 15 estudiantes que iban a estudiar con Eliana prácticamente todos los días, muchos de ellos de Santiago y otras partes de Chile”, consigna parte del discurso.

El relato, de igual forma cuenta que “al titularse, empezó la penuria de encontrar trabajo, su excelente desempeño no era considerado para ofrecerle trabajo por sobre ingenieros hombres y además jóvenes. Hasta que le ofrecen trabajar en el Laboratorio en Manantiales en régimen 15-5, con respuesta inmediata. Obviamente acepto (aunque todos sospechaban en su familia, que ENAP esperaba que dijera que no podía, por su marido o los hijos). Así es, como se convierte en la primera mujer profesional asignada a trabajar en terreno en ENAP”.

Entre las anécdotas memorables de su trabajo, en tanto, resaltan “su participación en el proyecto Costa Afuera, dónde viajaba en helicóptero, a tomar muestras, y debía caminar hasta la plataforma por un “puente” estrecho, enganchada con cinturón de seguridad al pasamanos; paso arriesgado sobre todo con el viento magallánico, lo que, con los años, se convirtió en la prueba de cada nuevo empleado que llegaba, el cual no se podía negar, porque el comentario era “Pero si la señora Eliana lo hace”. Igualmente,  la narración da cuenta que “para el año 1978 y ante el eminente conflicto con Argentina, querían camuflar los estanques de combustible de Cabo Negro, y logró explicar al militar encargado que, con esa pintura, el calor haría que los estanques explotaran”.

Imagen de Eliana Hernández en el Laboratorio de la planta de Manantiales de ENAP en Tierra del Fuego, 1973.

La ingeniera María Luisa Ojeda, terminó sus palabras subrayando: “Así como Eliana muchas mujeres han sido pioneras en su quehacer, abriendo oportunidades laborales para las generaciones venideras. Por esta razón, queremos instaurar, el premio a la mejor ingeniera de la promoción, premio que a partir de hoy se entregará año a año en la Facultad de Ingeniería, a quien resulte elegida por sus atributos académicos, pero también personales, de liderazgo y compañerismo”.

La agrupación de Académicas de la Facultad de Ingeniería (AFI), surgió como una instancia espontánea de acercamiento entre académicas, con el fin de llevar a cabo acciones que resalten y visibilicen el papel de la mujer en la ingeniería, y fomente la investigación y desarrollo que integre la dimensión de género en el contenido de la investigación, desarrollo e innovación (I+D+i) de manera transversal.

Por su parte, el decano de la Facultad de Ingeniería, Dr. Claudio Gómez Fuentes, valoró la iniciativa impulsada por AFI, y enfatizó que “no podemos dejar de reconocer que las carreras de ingeniería tienen una base científica tecnológica que llamamos “dura”, requiriendo esfuerzo y dedicación para el logro de los objetivos. Este esfuerzo, muchas veces es mayor en las mujeres que estudian ingeniería, quienes cumplen diversos roles en la sociedad, y deben compatibilizar estos roles con su desempeño académico. Creo que la vida de doña Eliana refleja todo esto”.

Imagen de Eliana Hernández jubilada con todos sus nietas y nietos, 1990.