Estudio sobre biocombustibles apuesta a la innovación energética en la industria regional

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-La generación de biodiesel a gran escala se presenta como una de las alternativas para promover la llamada “economía circular” en las cadenas de producción de las empresas y, al mismo tiempo, como una forma de mitigación al Cambio Climático.

-Clave, para ello, es la valoración de residuos de la industria pesquera (aceite de krill) y de carne (sebo de oveja), pero no sólo eso, también el aceite vegetal quemado que se desecha de las cocinas domiciliarias.

El uso de las energías renovables no convencionales (ERNC) en nuestro diario vivir, ya no es una opción lejana. Cada día, su implementación es más común como una alternativa a los sistemas tradicionales, lo que significa más conciencia con nuestro Medio Ambiente, pero, además, nuevas formas de diversificar la matriz energética implantada en la sociedad actual.

Así lo ve y lo ha visto, en los últimos años, la Universidad de Magallanes (UMAG), que, a través de su trabajo de investigación en el área, ha contribuido al uso de las ERNC en la región en base a la experiencia científica. Y, esta vez, no fue la excepción porque, gracias a un proyecto del Fondo de Innovación para la Competitividad Regional (FIC-R), la casa de estudios incursionó en la generación de los biocombustibles.

La iniciativa, liderada por un equipo de investigadores del Centro de Estudios de los Recursos Energéticos (CERE) y el Departamento de Ingeniería Química, se trazó como objetivo la obtención de condiciones óptimas  para la producción de biodiesel a partir de las valorización de productos residuales de la industria de carnes, pesquera y alimenticia de la región; todo, como una estrategia de innovación energética al interior de las empresas.

El ingeniero químico, investigador y académico, Juan Carlos Moreno, en su rol de director del proyecto, acaba de presentar, junto al equipo, los resultados de este trabajo que inició en 2017 y que, en su transcurso, permitió la realización de dos tesis de pregrado de alumnas de la carrera de Ingeniería Química y Medio Ambiente. El seminario, se denominó “Biocombustibles: una alternativa de mitigación al Cambio Climático” y contó con la participación de autoridades regionales, estudiantes, académicos y representantes de la industria regional, quienes, además de las conclusiones del proyecto pudieron conocer también otras experiencias en generación de biocombustibles sólidos, como es el caso de la biomasa.

“Gracias a este proyecto, logramos producir, a gran escala, biodiesel a partir de aceite de krill y  otro subproducto de la industria alimentaria, que es el aceite quemado de las frituras y, los dos dieron un producto que, por lo menos en motores fijos, generadores y artefactos de ese tipo, se puede usar sin ningún problema”, comentó Moreno. La producción de biodiesel a partir de estos residuos, alcanzó los 380 litros diarios, y se obtuvo desde el procesador automático Biopro 380, equipamiento que fue adquirido con recursos del proyecto y que fue la base para implementar una planta piloto con la cual se trabajó.

Con respecto a la utilización del sebo de oveja, en cambio, dijo que “no se pudo estudiar por la vía química, pero lo hicimos a través de la vía enzimática, y ahí dio buenos resultados, la única dificultad es que las enzimas son caras, por lo tanto el biodiesel que se produce tendría un precio bien alto”. De esta forma, mediante ensayos a escala de laboratorio, se comprobó la viabilidad de utilizar enzimas  comerciales para la producción de biocombustible a partir de grasa ovina de la industria de carnes regionales.

Juan Carlos Moreno, investigador principal del proyecto FIC-R "Desarrollo de Biocombustibles a partir de valoración de residuos como estrategia de innovación energética en la industria de Magallanes".

Una de las ventajas del biodiesel es que supone un ahorro de entre un 25% a un 80% de las emisiones de CO2 producidas por los combustibles  derivados del petróleo, constituyendo así un elemento importante para disminuir los gases invernaderos generados por el transporte.

Esta componente ambiental, es la que también resaltó el investigador de la UMAG:” “Todos los esfuerzos que hagamos en tratar de generar energía sin producir emisiones de CO2 van a hacer que los productos que usen esa energía, generen menos huella de carbono y hoy día, el turista extranjero se fija en eso mide su huella de carbono y la qué tú estás produciendo por tu actividad. Aquí, lo que nosotros planteamos es que para el turismo local, eso es una espada que en algún momento tendrán que enfrentar y les mostramos cuáles son las alternativas más viables”.

En ese sentido y pese a asegurar que “los números hoy dan como para que estos sistemas sean productos internos”, afirma que es posible apostar por la economía circular. “Un gran hotel en el Parque Torres del Paine, podría tener una unidad de éstas asociadas y seguir funcionando y generando biocombustibles, si es que tuvieran producción de ácidos producto de la alimentación. Los frigoríficos, también podrían reutilizar el biocombustible que se podría generar del sebo en sus procesos de transporte de ganado, generación de energía en sus procesos de matanza, todas acciones de economía circular”, remarcó el investigador.

Ahora, el siguiente paso es dar continuidad a este trabajo profundizando un poco más en el estudio enzimático. Esto, gracias a un proyecto FONDEF IDEA que se adjudicaron con ése y otros fines. “Queremos tratar de identificar enzimas que puedan ser generadas de estos mismos subproductos y que tengan la capacidad de producir biodiesel. Si logramos eso, podremos, por ejemplo, instalar una unidad en un barco y que éste mientras va pescando, los residuos los va tratando y generando su propio biodiésel para seguir moviéndose. Ese es el gran sueño del proyecto”, concluyó.