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Centro de Investigación GAIA Antártica


Investigación – Docencia – Vinculación con el Medio

22 de julio del 2020

Intercambio de experiencias educativas antárticas entre Brasil y Chile

La Dra. Sílvia Dotta es profesora en la Universidad Federal de ABC, Santo André, SP, Brasil,  entrevista o Prof. Alfredo Soto Ortega de la Universidad de Magallanes de Punta Arena, Chile.
El tema de la entrevista fue dirigida a comprender cómo se llega a crear una mentalidad antártica en la población escolar, como así tambien, la formación en la cultura científica sobre la antártica.
En la entrevista en vivo el profesor Alfredo Soto, discurre sobre una “trilogía didáctica” que fue personal pero que de manera espontánea en lo personal hoy en día puede ser fácilmente aplicable en las escuelas.
Para ver todo el reportaje que destaca la Red de Educadores Polares Internacionales (PEI) y el video de la entrevista al Prof. Alfredo Soto revisar AQUI
17 de julio del 2020

Umag, U. de los Lagos y U de Aysén presentaran Documentales antárticos

Entre los días 20 y 24 de Julio se desarrollará un Ciclo de Documentales Online denominado “CINE PATRIMONIAL Y ESTÉTICA DE LAS FRONTERAS EN EL TERRITORIO AUSTRAL”, organizado por la RED PATAGONIA CULTURAL (Universidades de Magallanes, Aysén y Los Lagos) en conjunto con la CINETECA DE LA UNIVERSIDAD DE CHILE. Serán cuatro los documentales, que registran imágenes de Aysén, Magallanes y Antártica entre las décadas del 40 y el 60, los que serán compartidos a través de las páginas en Facebook de Ventana Cultural UMAG, Cineteca Universidad de Chile, Universidad de los Lagos y Universidad de Aysén.

“Este iniciativa es una aporte de la Universidad de Magallanes en conjunto con la Cineteca de la Universidad de Chile e impulsada junto a la Red Patagonia Cultural, conformada por las tres universidades más australes del país como respuesta a la necesidad de mantener viva la actividad cultural en tiempos de pandemia. Nos parece que el unirnos en torno a la difusión del  patrimonio cinematográfico de la macrozona austral es una acción concreta que va en esa dirección”, informó la directora de Extensión de la UMAG Mónica Araus.

Por su parte, el subdirector de Arte, Cultura y Patrimonio de la Universidad de Los Lagos Sergio Trabucco destacó el carácter colaborativo e integrador de este evento online. “La colaboración en cultura y el trabajo en red que hacemos desde la Patagonia es una instancia que posibilita otros encuentros y en ese sentido celebro que la Cineteca de la Universidad de Chile sea convocada para que la abracemos desde la Red Patagonia Cultural y seamos testigos de registros históricos que viven bajo su alero y cuyo acervo nos pertenece a todos y todas. Me parece muy interesante también que este ciclo termine con un conversatorio, oportunidad en la que como universidades públicas, estatales y regionales hemos podido convocar a personas que trabajan desde los territorios australes en el análisis del cine desde una concepción estética pertinente al trabajo de la Red”.

Especial protagonismo tendrá el tema antártico en esta muestra online, ya que dos de los documentales que se compartirán fueron filmados en el continente blanco, como lo son “La Universidad en la Antártica” (1962), un registro histórico de la Universidad de Chile, y “El Continente de la Luz” (2012), un compendio de imágenes de las primeras expediciones oficiales chilenas en el continente blanco, que fueron restauradas en la Cineteca Nacional por iniciativa del actual encargado de la Unidad de Participación Ciudadana del INACH Elías Barticevic y reeditadas por el periodista Rafael Cheuquelaf con música del dúo magallánico LLUVIA ÁCIDA. “El Cine Antártico Chileno es algo que recién se está considerando como un campo de estudios, y en ese aspecto creo que hemos realizado un aporte con investigaciones y recuperaciones de películas que han permitido abordar este concepto. La actividad, que tiene un carácter educativo y abierto a todas las personas, busca precisamente pensar la relación entre imagen, identidad y paisaje, una de las líneas que como Cineteca hemos desplegado curatorialmente en la restauración e investigación de Cine Chileno”, declara Luis Horta, coordinador de la Cineteca de la Universidad de Chile.

Por su parte, el director del Festival de Cine de la Patagonia en Aysén (FECIPA) Marcelo Becerra destacó esta unión de distintas entidades en torno a contenidos de interés común. “Celebramos la posibilidad de afianzar redes de trabajo entre agentes culturales y académicos del sur de Chile, destinados a proteger, investigar y difundir el patrimonio audiovisual de esta parte de Chile y el continente. Desde nuestro festival compartimos esta misión necesaria para resguardar nuestra identidad y memoria. El cine y la fotografía, como arte y técnica escópica del siglo veinte, acompañan los procesos de colonización y montaje industrial en la Patagonia Chilena y Argentina, constituyendo el medio de registro y divulgación de esta empresa en estos confines de la modernidad”, expresó.

El cierre del ciclo se realizará el día viernes 24 a las 18:00 hrs. (Chile) – 19:00 hrs. (Magallanes), con un conversatorio transmitido por Facebook Live sobre el Cine y la imagen de las fronteras australes, con participación de invitados de las entidades organizadoras, más invitados del Instituto Antártico Chileno (INACH) y el Festival de Cine de la Patagonia (FECIPA) de Aysén.

PROGRAMA:

Lunes 20 de Julio

“Aysén,  tierra del futuro” (1951, 8 min.)

Martes 21 de Julio

“La Universidad en la Antártica” (1962, 30 min.)

Miércoles 22 de Julio

“Tierra del Fuego” (1946, 8 min.)

Jueves 23 de Julio

“El continente de la luz: Primeras expediciones chilenas en la Antártica” (2012, 52 min.)

Viernes 24 de Julio

Conversatorio “CINE PATRIMONIAL Y ESTÉTICA DE LAS FRONTERAS EN EL TERRITORIO AUSTRAL”, transmitido por Facebook Live a las 18:00 hrs. (Chile) – 19:00 hrs. (Magallanes) en los fanpages de UMAG, Cineteca de la Universidad de Chile, Universidad de Aysén y Universidad de Los Lagos.

17 de julio del 2020

UMAG y Corporación Universitaria China se unen para promover la investigación antártica

Recientemente, la Universidad de Magallanes (UMAG) y la Corporación Universitaria China para la Investigación Polar, oficializaron el convenio de colaboración que estaban trabajando y que acordaron llevar adelante a fin de promover la cooperación entre ambos países en materia de investigación antártica y educación de alcance.

Después de varios acercamientos e interacciones de científicos chinos con investigadores antárticos de la UMAG, la iniciativa comenzó a delinearse, en 2019, tras la visita del director de Relaciones Internacionales de la casa de estudios. Dr. Christian Formoso a la Embajada de la República Popular China en Chile, en octubre, cita a la que fue acompañado por el director del Centro de Excelencia de Biomedicina de Magallanes (CEBIMA), Nibaldo Inestrosa. Ahí fueron recibidos por Yang Changqing, agregada cultural de la Embajada y el Dr. Jie Zhang, director de Asuntos Antárticos de la institución diplomática.

Desde ese entonces, ambos equipos trabajaron en los lineamientos del acuerdo que se acaba de materializar, y que será coordinado por el Dr. Juan Carlos Aravena, director del Centro de Investigación GAIA Antártica (CIGA) por parte de la UMAG; y por los doctores Xiao Cheng y Lu Zhibo, co-secretarios de la Corporación Universitaria China para la Investigación Polar, por la contraparte china.

La alianza establecida considera importantes actividades conjuntas, entre las que se cuentan:

-La promoción de un Programa Antártico Tripolar de Medio Ambiente y Cambio Climático, que apunta a la participación académicos e investigadores UMAG en el plan científico internacional “Medio Ambiente Tripolar y Cambio Climático” iniciado por China (Universidad de Sun Yat-Sen), para llevar a cabo un estudio de contraste sinérgico de los Polos Norte y Sur, la Meseta Tibetana y la Patagonia.

-La organización de un Crucero Conjunto Científico y de Investigación, con el fin de profundizar y normalizar la investigación conjunta Antártica chino-chilena, bajo la dirección de la Administración China del Ártico y la Antártica.

-El establecimiento de un Centro Internacional de laboratorios conjuntos, que involucrará a la Estación Nacional de la Gran Muralla China, la Universidad de Sun Yat-sen, la Universidad de Tongji y la Universidad de Magallanes.

-La promoción de un Programa de intercambio de datos de observación del espacio polar, que involucra la cooperación en materia de tecnología de observación por satélite, y el intercambio de recursos de teledetección por satélite entre China y Chile, la Universidad Sun Yat-Sen y la UMAG.

-La promoción de un Programa de Intercambio de jóvenes científicos, inicialmente, entre la Universidad de Tongji y la Universidad de Magallanes, que consiste en que jóvenes científicos chinos y chilenos trabajen en la estación de la Gran Muralla China e instalaciones chilenas en la Península Antártica.

-La promoción de un programa científico de investigación polar del Futuro U20, para incentivar a los estudiantes secundarios y de pregrado menores de 20 años de ambos países, en el desarrollo conjunto de cursos STEM, campamentos de verano, campamentos de invierno y otras actividades que apunten a formar a la próxima generación de científicos polares con visión internacional.

La UMAG además ofrecerá a las y los estudiantes chinos la posibilidad de participar en cursos de verano y/o invierno en el Centro Subantártico Cabo de Hornos en la Isla Navarino, así como también en sus tres programas de postgrado únicos en Chile: Magíster en Ciencias Antárticas con mención Glaciología, Magíster en Ciencias Mención en Manejo y Conservación de Recursos Naturales en Ambientes Subantárticos y Doctorado en Ciencias Antárticas y Subantárticas, los que estarán abiertos, además, para la colaboración de los/as académicos/as chinos/as.

El coordinador institucional del convenio y director del CIGA UMAG, Juan Carlos Aravena, informó que la primera actividad conjunta será la realización de un seminario web durante el mes de agosto, donde investigadores antárticos de ambas partes expondrán sus trabajos, instancia que permitirá comenzar a explorar los temas de interés común para futuras investigaciones conjuntas a nivel polar.

Fuente : Comunicaciones UMAG

03 de julio del 2020

La cuarentena me hace rememorar: una historia antártica entre tantas otras

Fue marcadora la experiencia en mi vida al visitar Berlín en el año 1986, cuando aun existían las dos Alemanias. Con unos pocos marcos en el bolsillo y separada de mi familia durante seis meses, ver la decepción y frustración de los alemanes en el lado oriental y sentir la 2ª Guerra Mundial como que fuera un pasado cercano fue importante.

Después de un largo periplo por el mundo, leo las notas que escribí en el año 1997, cuando fui la primera vez a la Antártica y que no se han extraviado ni de mi corazón ni de mi mente. Escribí en mi diario las “Memorias en el Nuevo Continente” y recuerdo ese viaje tan inusual.

Nos encontramos en el aeropuerto para embarcarnos en el Hércules C-130 de la Fuerza Aérea de Chile con el capitán de la nave. Un tipo relativamente alto, con un bigote a lo “Magnum” (serie de televisión de los años 80) y un sombrero que me hacía recordar aquella visita a Berlín 11 años antes. Me traía a la memoria las gorras que usaban los soldados norteamericanos, típicos de la 2º Guerra Mundial y de las películas de los años 60. Entre mochila, microscopio, cámara fotográfica, trípode, etc. nuestro ánimo permanecía intacto y con el corazón lleno de ilusión. Al cabo de un entrar y salir, los brazos ya no eran los mismos con tanta carga, pero había que andar rápido, porque era cierto que no esperaban a nadie. Nos instalamos en el Hércules uno al lado del otro. Comenzó un ruido ensordecedor de los motores del avión y ahora sí que me creía en la 2ª Guerra, lista para saltar en el paracaídas y derrotar al enemigo, siempre al mando de aquel capitán con cara de “Aliado”.

Afortunadamente, nada de eso era cierto y después de un viaje de unas cuantas horas llegamos a un lugar lindo, hermoso, con formaciones geológicas impresionantes aun con un poco de nieve.

Era Antártica para mí o pre-Antártica para otros. Era la época en que no existía internet, ni antena para teléfono móvil, ni pensar en un teléfono satelital. Era la época en que los investigadores no viajaban en vuelos comerciales al continente helado, ni pasaban por el counter para dejar su equipaje. Era la época en que el único teléfono disponible para la tropa estaba en una cabina en la sala de juegos de la Base de la Fuerza Aérea, donde mientras algunos jugaban una mesa de billar se enteraban de todas las cosas que se hablaban, porque además de hacer fila, había que hablar a los gritos.

Era también la época en que los turistas nos tomaban fotos como que fuéramos “the typical person of the Island” y que preguntaban si buscaba polen fósil para encontrar fuentes de petróleo. Era la época en la cual uno permanecía ausente de este mundo y no se enteraba que hubiera habido una Guerra en el Golfo. Era la época en que el hombre se hacía parte de la naturaleza, casi al borde de cuando el mundo se detiene. Aquel hombre que se entremezclaba con el paisaje, en esa profundidad de silencio o de equilibrada resonancia, mezcla entre soledad y divinidad.

Fue la primera vez que pasé mi cumpleaños en la Antártica, donde uno atesora regalos como un pingüino hecho con la técnica del origami o un simple saludo cariñoso de las personas que están en ese momento al lado de uno. Fue la primera vez que no me importó dónde estaba, porque fui querida y celebrada.

Unas semanas después, en forma acelerada ordené mis cosas, porque volvíamos al continente “no helado” en un vuelo de la Fuerza Aérea brasileña. Todo un fenómeno, hasta con auxiliares de vuelo y desayuno incluido, lo que hoy sería como un “all inclusive”. No me olvidaré del sabor de esa Quiche Lorraine que nos dieron, que cuando la cocino en casa, me hace volver a ese día cuando tenía la incertidumbre de saber si volvería algún día.

Luego de todos estos años, he estado una buena cantidad de veces más en Antártica, viendo cómo evoluciona tecnológicamente el asiento del hombre en la Antártica, llevando en la mochila el tiempo de los anti-valores, donde ya no se conjuga el verbo “compartir”, sino que se conjuga el verbo “competir” y donde la ciencia se ha obligado a la venta de un “producto”.

Afortunadamente existen algunas cosas en Antártica que permanecen y siguen siendo como antes. Después de haber estado en zonas remotas, cercanas a una experiencia a la suerte de Dios y ajenas a estos avances en las comunicaciones, la Antártica vuelve a ser la Peligrosa, la Incomunicada, la Aventurera, la Difícil, la Indomable, la casi al borde de la muerte.

En ese momento, cuando vuelves con la cara partida por el frío y por el viento, con algo menos de peso y algunas magulladuras en tu cuerpo, te das cuenta que traes los bolsillos llenos de un éxito impalpable para otros. Con la misma sonrisa de siempre, del hombre aventurero regresado con vida, la conmoción del reencuentro se hace latente y se repite en el corazón, como que fuera el primer retorno a este mundo diferente.

Fuente: La Opiñon

03 de julio del 2020

Estudiante en práctica en CIGA transforma en laboratorio la pieza de su pensión en Punta Arenas

Solo un día después del primer caso de Covid-19 confirmado en el país, la estudiante de quinto año de Geografía de la Universidad de Chile, llegó a Punta Arenas para hacer su práctica profesional.

La estudiante de quinto año de Geografía de laCasa de Bello, Catalina Fernández, quien se encuentra en el extremo sur gracias al programa de Movilidad Nacional Estudiantil del Consorcio de Universidades del Estado de Chile (Cuech), no dudó en continuar su trabajo desde la habitación que arrienda en Punta Arenas, cuando el pasado 1 de abril se decretó cuarentena en la ciudad austral.

Solo un día después del primer caso de Covid-19 confirmado en el país, la estudiante de quinto año de Geografía de la Universidad de Chile, llegó a Punta Arenas para hacer su práctica profesional.

Catalina alcanzó a trabajar cerca de un mes presencialmente en el Laboratorio de Botánica del Instituto de la Patagonia de la UMAG, antes de que comenzara la cuarentena en Punta Arenas.Catalina alcanzó a trabajar cerca de un mes presencialmente en el Laboratorio de Botánica del Instituto de la Patagonia de la UMAG, antes de que comenzara la cuarentena en Punta Arenas.

Desde que se decretó la cuarentena, continúa su trabajo desde su pieza, estudiando los cambios ambientales en la zona del Glaciar de Grey, a través del análisis de los anillos de los árboles de lenga.Desde que se decretó la cuarentena, continúa su trabajo desde su pieza, estudiando los cambios ambientales en la zona del Glaciar de Grey, a través del análisis de los anillos de los árboles de lenga.

Estudiar los cambios ambientales en la zona del Glaciar de Grey, a través de los anillos de los árboles de lenga, es en lo que consiste, a grandes rasgos, la práctica profesional en el área de la investigación de Catalina Fernández, la que comenzó presencialmente en marzo, específicamente en el Laboratorio de Botánica del Instituto de la Patagonia de la Universidad de Magallanes (UMAG), pero que tras la cuarentena decretada en Punta Arenas, tuvo que trasladarse a su habitación.

Solo un día después del primer caso de Covid-19 confirmado en el país, la estudiante de quinto año de Geografía de la Universidad de Chile, llegó a Punta Arenas para hacer su práctica profesional asistiendo en el proyecto FONDECYT “High-resolution Holocene glacial chronologies across Patagonia (47°-51°S): testing mechanisms of initiation and modulation of glacial events in the southern Andes”, bajo la tutela del profesor de la UMAG, Juan Carlos Aravena.

Debido a la contingencia sanitaria fue la única estudiante a nivel nacional que logró viajar a la universidad de destino, a través del programa de Movilidad Nacional Estudiantil del Cuech, que permite a las y los estudiantes de las universidades estatales del país, realizar distintas actividades académicas en otra institución a lo largo de Chile.

“Yo igual me acuerdo que mi profe me dijo: ‘¿te quieres ir?’; y yo dije: ‘¡no!’, porque ya estaba acá, cómo me iba a ir. Yo no me imaginaba yéndome así, perdiéndome la experiencia (…) él me preguntó si me gustaría traer el equipo a la casa para no ver afectado mi trabajo y yo le dije que sí”. Catalina primero trasladó una lupa y luego, gracias a Jacqueline Álvarez, profesora de Enseñanza Básica y dueña de su pensión, quien le prestó un segundo escritorio y le ofreció una pieza con más luz del sol, llevó otros equipos y pudo continuar con una labor que todavía realiza desde su habitación, a pesar del levantamiento de la cuarentena en su actual ciudad.

“Yo decía: ‘qué voy a hacer’, porque imagínate, estar encerrada en tu pieza sola. Pero todo se fue dando y fluyó súper bien, así que agradecida de todo. Incluso esto de la señora Jacquie yo lo agradezco harto. Con ella siempre tomamos desayuno juntas, almorzamos juntas (…) yo igual le he ayudado con el tema de Zoom, entonces se ha generado una relación súper buena. Prácticamente me adoptó. Eso ayuda mucho”, puntualiza Catalina, respecto a su experiencia, la que califica como “demasiado positiva”, pese a las adaptaciones que ha debido hacer producto de la emergencia sanitaria.

Además del cuidadoso análisis que desarrolla desde su casa, siempre apoyada por sus profesores y equipo de investigación, Catalina pudo asistir como oyente, a través de Zoom, al curso “Cambios climáticos pasados y modernos”, del Doctorado en Ciencias Antárticas y Subantárticas (UMAG), lo que también valora como una oportunidad muy enriquecedora. “Ha sido genial porque tuve clases con distintos profesores y terminó hace poquito. Fue muy entretenido. De hecho, me hizo clases Mike Kaplan”, doctor especialista en historia glacial, de la Universidad de Columbia (Nueva York).

Sin cuarentena, Catalina, quien por ahora se quedará en Punta Arenas hasta fines de julio, sale a caminar casi todos los días en las cercanías del Estrecho de Magallanes “porque hay que aprovechar el sol. Acá que haya sol sí es un hito”, dice.

“A nivel personal ha sido todo un crecimiento. El apoyo de mis profes, tanto de Pablo Sarricolea (U. de Chile) como de Juan Carlos Aravena (UMAG), ha sido súper importante. Ellos me motivan. Inicialmente esto es súper difícil. Estar en un área complicada como científica y empezar a progresar, es algo que te prepara para toda la vida (…) Yo ahora estoy haciendo la práctica en apoyo al proyecto Fondecyt y como voy a hacer la memoria, estamos viendo la posibilidad de ser tesista del proyecto. Y sí, no me niego a venirme, si en algún momento se da la oportunidad”.

Fuente : Comunicaciones U de Chile

22 de junio del 2020

CIGA y Scouts promueven celebración de Semana Polar Internacional

El Centro de Investigación Gaia Antártica de la Universidad de Magallanes por Chile otorga el Sello Antártico Institucional y en este contexto, comenzaron a trabajar con el grupo de Scout San Miguel, que durante dos años organizará actividades mensualmente, dedicadas al tema antártico. El Día de la Tierra, una charla con una profesora brasileña, el Mes del Agua, son algunas de las actividades en que han participado.

En mayo, para el Mes del Mar, invitaron a científicos para que conversaran con los integrantes del grupo, en las que participaban unas 80 personas, a través de plataformas virtuales. Continuaron con el Día del Medio Ambiente, el 5 de junio, y para este lunes, cuando ya esté iniciando el invierno, se iniciará la Semana Polar Internacional, en la que se abordarán temas del Artico y de la Antártica. El evento es llevado adelante por Gaia Antártica, el Polar Educators International (PEI) y la APECS Internacional, organismos que movilizan en el mundo a investigadores y educadores para desarrollar actividades relacionadas con las máximas reservas mundiales del agua y reguladores del clima por excelencia.

Es así como los grupos scouts como el de San Miguel han tomado la bandera de ese interés antártico, organizando cuatro concursos de carácter interno: “Postal Scout Antártica”, con datos interesantes tanto del movimiento scout como del continente helado; “Dibujos Antártica vs Artico” en las que, utilizando cualquier técnica, se puede optar por las bellezas de ambas zonas ; el tercer desafío es “Poster antártico informativo”, en la que se deberá plasmar información interesante e importante, ya sea características físicas, climáticas o de su fauna; y finalmente, “Antártica en 100 palabras”, donde se invita a crear microcuentos, además de subir fotos con el proceso de cada trabajo. La fecha de entregará para los cuatro concursos es el viernes 26 de junio.

En la imagen, Yoppen (amigo en lengua selknam), la mascota representativa del Sello Antártico Institucional en conjunto con el grupo de Scouts de San MIguel.Al respecto, el coordinador de Gaia Antártica, Alfredo Soto destacó que “la asociación nacional de Scouts está muy interesada en lo que están haciendo, entonces hemos considerado que este grupo de San Miguel, por su compromiso y participación, como dentro de un plan piloto que pueda ser desarrollado el próximo año a nivel nacional, con todos los grupos del país, que son cerca de 700 y para nosotros, como universidad es importante tener esta cobertura y se destaquen estos aspectos que son educativos. Tuvimos una reunión con la dirección de la Asociación Nacional de Scouts y están muy interesados en integrar este Sello Antártico Internacional para sus otras agrupaciones que están a nivel nacional”.

En la imagen, Yoppen (AMIGO  en lengua selknam), la mascota representativa del Sello Antártico Institucional en conjunto con el grupo de Scouts de San MIguel.

18 de junio del 2020

Científicos chilenos descubren en la Antártica el huevo más grande durante la era de los dinosaurios

Por cerca de ocho años a este objeto se le conoció como “The Thing”, por la película de terror y ciencia ficción de John Carpenter de 1982, debido a su extraña apariencia, similar a una gran pelota de basquetball aplastada o a un saco plegado, así como por el hecho de haber sido encontrado en la Antártica. El misterio sobre qué era este fósil, hallado por investigadores de la Universidad de Chile y del Museo Nacional de Historia Natural, entidad dependiente del Servicio Nacional del Patrimonio Cultural, del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, durante una expedición a la Antártica en el 2011, fue resuelto por científicos de ambas instituciones y de la Universidad de Texas, en Austin.

La investigación, destacada por la revista Nature, determinó que el inusual cuerpo se trataría de nada más y nada menos que el mayor huevo de la era de los dinosaurios del que se tenga registro, y el segundo más grande en la historia, después del huevo del “ave elefante”, un ave extinta, similar a un avestruz, que habitó Madagascar hasta el siglo XVIII. Microscopía electrónica de barrido, espectroscopía de rayos x y difracción, espectrometría y tomografías fueron parte del análisis que permitió al equipo de científicos concluir que se trataría además de un particular huevo de cáscara blanda, parecido a los que colocan lepidosaurios como lagartos, serpientes y tuátaras en la actualidad.

259 especies de lepidosaurios integraron la gran base de datos construida por los investigadores para identificar la relación de este huevo con este grupo de animales. “Se hicieron dos estudios para identificar características del huevo y tamaños corporales de la madre. Uno de ellos permitió comprobar que el huevo era de cáscara blanda, una muy delgada además. El segundo analizó una gran cantidad de lepidosaurios para intentar estimar el tamaño de la madre en relación a las dimensiones del huevo, lo que arrojó un rango amplio, entre 7 y 17 metros”, explica Alexander Vargas, académico de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile y director del Proyecto Anillo Registro Fósil y Evolución de Vertebrados, integrado por la Universidad de Chile, el Museo Nacional de Historia Natural y el Instituto Antártico Chileno (INACH).

El Antarcticoolithus bradyi

Este es el huevo de cáscara blanda más grande que se conozca a la fecha. Su masa estimada estaría cerca de los 6,5 kilos, y tendría unos 29 centímetros en su eje mayor y 20 en el menor. El aspecto de pelota de goma desinflada fue clave para plantear que se trataba de un huevo blando eclosionado, pero los estudios posteriores precisaron además que presenta una corteza calcárea externa 10 veces más delgada que la que tendría un huevo de cáscara dura de este tamaño (como los de aves y cocodrilos) y una membrana testácea proteica interna de gran grosor, características que le dan la apariencia de cáscara blanda a este tipo de huevos.

Su importancia está dada tanto por su enorme tamaño como por su rareza. De hecho, hasta hoy se conoce sólo un registro de huevo fosilizado de este tipo en China. “Gracias a este hallazgo ahora sabemos que existen huevos de cáscara blanda de este tamaño. La masa límite de estos es de 700 gramos, entonces viene a romper el esquema con sus 6.5 kilos, comparables a la masa del gran huevo del “ave elefante” de Madagascar y a los mayores huevos de los dinosaurios no aviares. Con este dato podemos comprender un poco más sobre la forma de reproducción de los grandes reptiles marinos de la era mesozoica”, destaca David Rubilar, Jefe del Área de Paleontología del Museo Nacional de Historia Natural, que participó en este trabajo.

El fósil, nombrado Antarcticoolithus bradyi, que significa “huevo de piedra antártico tardío”, es algo inédito también porque la regla general en el caso de los fósiles “es que se preserven sólo aquellos de cáscara dura, mientras que los huevos de cáscara blanda, compuestos principalmente de una capa proteica, tienden a descomponerse con facilidad, y no quedar preservados como fósiles”, agrega el investigador.

Huevo de reptil marino

El estudio, realizado junto a científicos de la Universidad de Texas en Austin, determinó que la especie que produjo este huevo correspondería a un reptil marino, muy probablemente a un mosasaurio, especie que vivió hace más de 66 millones de años en Europa Occidental, Norteamérica, Sudamérica y Antártica. “Los mosasaurios son lagartijas gigantes adaptadas al agua, directamente emparentados con lagartos monitores de lengua bífida, como el dragón de Komodo, y serpientes. Este es probablemente un huevo vestigial de uno de ellos, es decir, un huevo cuyo desarrollo transcurre en el útero, y que apenas sale de la madre, la cría emerge de él. Se considera una forma distinta de viviparismo en reptiles, de dar a luz crías vivas”, plantea Alexander Vargas.

La isla Seymour , el sitio donde fue encontrado, es abundante en fósiles de mosasaurios y plesiosaurios, comenta además Rodrigo Otero, investigador de la Red Paleontológica de la U. de Chile que encontró este huevo junto a David Rubilar. Desde este sector extrajeron también los restos que le permitieron, junto con otros científicos, describir al Kaikaifilu hervei el año 2017, el mosasaurio más grande de Antártica conocido hasta el momento, y de la misma edad del huevo. “Todas las características de este huevo de cáscara blanda apuntan a afinidades con lepidosaurios, que es un grupo que incluye a los mosasaurios. Sabemos que existen mosasaurios de la talla suficiente para producir un huevo de estas características, como es el caso del Kaikaifilú hervei, cuyo tamaño se estima entre 7 a 10 metros. Pero la parte que no sabemos es lo que pasa con los plesiosaurios. Sabemos que hay plesiosaurios de hasta 12 metros en Antártica, pero es un grupo que se extingue en el límite K/Pg (evento de extinción masiva de hace 66 millones de años) y, por lo tanto, no tenemos forma de hacer una comparación con organismos vivos del mismo linaje”.

Los investigadores dataron este fósil en cerca de 66 millones de años, justo al final del período Cretácico, por lo que fue puesto muy cerca del momento de la extinción masiva que pone fin a la era de los dinosaurios. “Antártica era un sector muy similar a un archipiélago. La fauna de reptiles de marinos incluye -hasta donde sabemos- plesiosaurios, mosasaurios, tortugas marinas, y también se han encontrado abundantes restos de tiburones. A nivel continental, se ha hallado abundante flora, representada por troncos fósiles, como los Nothofagus, que son árboles como el ruil y el roble, muy parecidos a los que podemos encontrar hoy en la Región del Maule. Además, hay registros de una diversidad de dinosaurios saurópodos, terópodos y ornitópodos”, describe Rodrigo Otero.

Historia de un inédito hallazgo

El descubrimiento de este huevo ocurrió el 2011, en el marco de la Expedición Científica Antártica que año a año realiza el Instituto Antártico Chileno (INACH). Ese año se desplegó la mayor campaña paleontológica del país en el Continente Blanco a la fecha, y gran parte del trabajo de los paleontólogos y geólogos que la integraban se concentró en la Isla Seymour, territorio insular ubicado al noreste de la Península Antártica, muy cerca de la gran isla James Ross.

“Esta isla genera un interés especial para la paleontología, no sólo porque a lo largo de toda su extensión es posible encontrar maravillosos y abundantes fósiles, sino también por el hecho de que ahí se encuentra uno de los pocos lugares en el planeta donde está bien identificado el límite K/Pg, que marca el fin de la era mesozoica, o de los dinosaurios, y el comienzo de la cenozoica, o era de los mamíferos, hace 66 millones de años”, señala David Rubilar, quien encontró este huevo junto a Rodrigo Otero el marco del proyecto Anillo de Ciencia Antártica ACT-105 Conicyt-Chile, dirigido por la profesora de la Universidad de Chile, Teresa Torres.

Durante esa expedición, junto a Rodrigo Otero, exploraron un sector de la isla donde se habían identificado múltiples restos de mosasaurios y plesiosaurios. “En uno de estos lugares encontramos un gran cráneo de mosasaurio, y días después, a unos 200 metros, vimos una estructura negra que pensamos que era otro cráneo. Cuando la sacamos nos dimos cuenta de que era algo orgánico, tejido blando de alguna naturaleza, y empezamos a hipotetizar. Pensamos primero que podía ser un estómago de reptil marino o incluso un alga. Cuando llegamos al campamento preguntamos a los geólogos que nos acompañaban si habían visto algo similar y su cara de incertidumbre daba la respuesta, así que como no sabíamos lo que era, el paso siguiente fue llamarla la cosa”, relata Rodrigo Otero.

El misterioso resto orgánico, conocido desde entonces como “The Thing”, fue llevado ese 2011 al Museo Nacional de Historia Natural, lugar donde permaneció como un objeto fósil no identificado hasta el 2018. Ese año la investigadora de la Universidad de Texas en Austin, Julia Clarke, quien durante una visita al recinto conoció este hallazgo y planteó la posibilidad de que se tratará de un huevo blando plegado. “En ese mismo momento revisamos imágenes de huevos de serpientes marinas, que poseen huevos blandos, y eran idénticos aquellos pliegues que se generan luego de la eclosión. Ahora ‘la cosa’ podía ser un huevo de un reptil marino, uno enorme ¡había que hacer el estudio!”, relata David Rubilar.

A futuro, aún se abren muchas interrogantes por responder en relación a este descubrimiento, adelanta Alexander Vargas. “Esta es una de las pocas veces que se ha encontrado un huevo en un sedimento marino y, además, blando. Es curioso que se haya preservado ahí. Hay muchas coherencias que cruzan este hallazgo. Esto quizás nos da una pista de en qué tipo de entornos podríamos encontrar otros huevos de este tipo. También se abre una discusión sobre cómo y dónde nacían estos animales”, concluye.

10 de junio del 2020

Glaciólogo asociado a CIGA-Umag participa en proyecto tecnológico

De acuerdo con el glaciólogo de la Universidad de Magallanes,  asociado al Centro de Investigación GAIA Antártica, el Dr. Sebastián Mernild, comenta : “algunos glaciares de la cuenca del Río Maipo, donde se realizaron pruebas para la conservación de los Glaciares, han perdido cerca de un 70% de su superficie en los últimos 50 años, pudiendo esto afectar el suministro de agua a la ciudad de Santiago en los próximos 50 años”.

El Dr. Mernild trabaja en estos estudios en conjunto con otros colegas de otras institucione, universitarias , pero quien lleva esta iniciativa es Glacier Coolers una empresa innovadora  cuya iniciativa se trata de preservar glaciares blancos y cuerpos de nieve con el fin de mitigar los impactos ambientales producidos por el calentamiento global, la escasez de lluvias, y la deposición de polvo en suspensión en zonas de alta montaña. Para ello, realizan instalaciones de sistemas de coberturas de geotextiles blancos, montados sobre estructuras modulares, en la superficie de glaciares/mantos nivales, lo cual permite disminuir el derretimiento de estos en aproximadamente un 65%, permitiendo así una mayor acumulación del recurso hídrico en alta montaña.

En esta oportunidad  se instaló 300 estructuras metálicas removibles, logrando evitar el derretimiento de 2.530 m3 de hielo en un período de 5 meses.

La empresa chilena trabajó en el Glaciar Argüelles, ubicado en los inicios de la cuenca del Río Maipo, en la Región Metropolitana, tras 5 meses desde que se instalaran las estructuras de protección diseñadas, fabricadas y patentadas por la empresa.

Este proyecto contó con la supervisión del Centro de Investigación en Chile en Tecnología Aplicada a la Minería de la Universidad de Chile (AMTC), institución externa que verificó los resultados. Estas estructuras fueron trasladadas en helicóptero e instaladas durante el mes de noviembre de 2019, cubriendo una superficie de 900m2. La instalación fue retirada durante la primera semana de abril y en menos de un semestre logró evitar el derretimiento de 2.520 m3 de agua, y generar una mejor conservación de la masa glacial, logrando reducir su retroceso.

Rodrigo Irarrazaval, jefe de proyecto de Glacier Coolers, afirma que esto “es una muy buena noticia para quienes trabajamos en restaurar las consecuencias generadas por la humanidad en el medioambiente; ya que supone una luz de esperanza para conservar y recomponer nuestro patrimonio glaciar. Según los datos provistos por el AMTC, la capacidad de reducción de la ablación se estima en cerca de un 62%, logrando conformar un bloque de hasta 6 metros de altura en el área cubierta

Clemente Pérez, fundador de Glacier Coolers, señala que la innovación consiste no sólo en proteger el área cubierta por las estructuras removibles durante el verano, sino que también en producir un reforzamiento de la zona de ablación, con lo cual se protege también al resto del glaciar, para reducir su retroceso.

Según estimaciones de la Dirección General de Agua (DGA), los glaciares en Chile ocupan una superficie total de 23.641 km2, valor que corresponde a cerca del 80% de los glaciares de Sudamérica.

Fuente : eleconomistaamerica.cl

03 de junio del 2020

Dra. Judith Pardo de CIGA-Umag conforma comité editorial de revista internacional científica PLOS

PLOS ONE es una revista académica revisada por pares que realiza publicaciones científicas. PLOS es  Public Library of Science ,  una editorial líder sin fines de lucro de acceso abierto a este tipo de revistas. PLOS ONE se caracteriza por ser  una editorial rigurosa, de revisión profesional por pares, considerando en su desarrollo una amplia gama de artículos de ciencia y medicina, y de acceso abierto: entre su quehacer esta la filosofía que la ciencia sea de libre acceso para el público. Hoy día, PLOS ONE es uno de las revistas de este tipo más grandes del mundo. La Dra. Judith Pardo-Pérez, investigadora del Centro de Investigación GAIA Antártica de la Universidad de Magallanes, ha sido convocada como editor académico de PLOS ONE a partir de mayo del 2020. Desde esta tribuna la Dra. Pardo, ha aceptado las condiciones de un trabajo colaborativo en conformar el comité editorial y poner a disposición su capacidad, contribuyendo con su tiempo, experiencia y energía, proporcionando así un gran servicio a la revista y a la ciencia en general. La Revista PLOS ONE, a través de su Jefe Editor  y su equipo de trabajo están  muy agradecidos por esta contribución a la revista. La Revista es y tiene un carácter internacional y contiene un consejo editorial de una amplia variedad de países y que son requeridos y  leídos por personas de todo el mundo.

25 de mayo del 2020

XL Congreso de Ciencias del Mar se reprograma para mayo de 2021

La situación de pandemia ha obligado a posponer una serie de actividades académicas. En ese contexto, es que en la reciente reunión del Directorio de la Sociedad Chilena de Ciencias del Mar, fue consenso que, dado el escenario actual y las proyecciones de este problema mundial, es necesario recalendarizar el XL Congreso de Ciencias del Mar para mayo de 2021.

La decisión afecta, además, el calendario de congresos, por lo que el Directorio invitó a una reunión ampliada con el Comité Organizador del XL Congreso de Ciencias del Mar y representantes de las Universidades que habían solicitado los próximos Congreso hasta el año 2023.

Por ello, además de coincidir en su aplazamiento para el próximo año, se decidió que, de acuerdo al desarrollo de la pandemia, se evalúan tres escenarios:

Congreso presencial en mayo de 2021 en Punta Arenas

Congreso virtual en mayo de 2021 desde Punta Arenas.

-Congreso mixto con asistentes presenciales así como participación a través de plataformas

La modalidad que, finalmente, se aplicará para el XL Congreso -y en los  siguientes si resulta necesario- será evaluada por el Directorio en conjunto al Comité Organizador correspondiente.

Al respecto, la presidenta del Comité  Organizador de la Universidad de Magallanes (UMAG), Dra. Claudia Andrade, reiteró que hoy no están dadas las condiciones para el desarrollo de reuniones académicas, pero se mostró optimista frente al 2021 y al protagonismo que han adquirido las ciencias del mar a nivel local y mundial.

A la fecha, se han recepcionado más de cien trabajos, los que están en revisión por parte del Comité Organizador, quienes esperan  informar, próximamente, de una  convocatoria complementaria.

Los detalles sobre  la presentación de trabajos e inscripciones serán informados en forma directa y en el sitio oficial https://congresocienciasdelmar.cl

Fuente : Comunicaciones UMAG

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