Experto de Nueva Zelanda hizo ver la necesidad de fortalecer la prevención de plantas invasoras

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-“Creo que nos falta mirar y aprender de las experiencias de los otros países para evitar los impactos en los nuestros y viceversa”, dijo el especialista en bioseguridad de plantas, Philip Hulme, haciendo hincapié en la amenaza que representa para la biodiversidad de los ecosistemas sureños, el problema de las invasiones de plantas.

Diversos estudios a nivel mundial avalan lo problemático y perjudicial que puede llegar a ser para el Medio Ambiente, la invasión de plantas exóticas en los ecosistemas. Por esta razón, el tema no se ha agotado para los investigadores de diferentes partes del mundo interesados en contribuir a la solución con su aporte científico desde la realidad de cada uno de sus territorios.

Este es el caso de Philip Hulme, doctor y profesor titular de Bioseguridad de Plantas de la Universidad de Lincoln, en Nueva Zelanda, quien llegó, hace unos días, a Punta Arenas, para ser parte de la comunidad científica internacional que está reunida en torno a la VIII versión del Congreso Southern Connection.

“El problema de invasiones de plantas es muy complicado”, advirtió el experto neozelandés tras su conferencia plenaria acerca de la materia, frente a lo cual agregó: “cada país tiene una perspectiva diferente al respecto, entonces si no nos unimos y compartimos datos, como en esta ocasión, no podremos mejorar el nivel de ciencia y, en consecuencia, las políticas medioambientales que se toman en todo el sur. Por eso elevar el nivel de conocimiento es muy importante”.

Según afirmó Hulme, la consecuencia principal de la introducción deliberada o accidental de estas especies invasoras, es la reducción de la diversidad de plantas nativas, lo que conlleva, entre otras cosas, a la pérdida de los insectos que viven en esas plantas, y de esta forma, “el ecosistema poco a poco va cambiando, encontrándonos de pronto con que no es lo que teníamos antes”, agregó. Como ejemplos, puso la invasión de los pinos como una amenaza a las reservas naturales del cono sur y la llegada y posterior propagación del alga Dydimo en los ecosistemas dulceacuícolas del sur de Chile, ambos problemas provenientes del Hemisferio Norte.

“En Nueva Zelanda estamos luchando contra los pinos desde los años 70’, y aquí, en cambio, se empieza forestar y ahora hay problemas. Igualmente el Dydimo, que hace pocos años llegó acá, y a raíz del cual nosotros la pasamos muy mal entre los años 2004 y 2005”, comentó el ecólogo para preguntarse, posteriormente, “¿por qué las autoridades ambientales no fueron precavidas y vieron que si pasó allá, puede pasar aquí? Creo que nos falta mirar y aprender de las experiencias de los otros países para evitar los impactos en los nuestros y viceversa”, aseveró.

Así es como en este escenario, para Hulme, toma aún más sentido poner en práctica el concepto de bioseguridad. “Es la interfase entre el estudio de invasiones biológicas y la política de prevenir los impactos, en definitiva, es evitar que entreguemos en nuestros países especies problemáticas” explicó.

Y es de lo que precisamente se encarga a diario, a través de la docencia y la investigación. “Mi tema es cómo fortalecer la prevención, cómo mejorar ese proceso, cómo aumentar el nivel de conocimiento en los turistas, los visitantes, que no entreguen especies problemáticas, porque muchas veces ni saben lo que es una especie problemática, quieren llevar de regalo unas flores, por ejemplo y las ingresan no teniendo idea del riesgo que puede producir”, indicó.

A su juicio entonces, se vuelve cada vez más necesaria la enseñanza en las escuelas y contar con medidas más exigentes que ayuden a mitigar los impactos a futuro. Sobre este último punto, el científico piensa que debido a la demanda cada vez más creciente de productos hortícolas, va a llegar un momento en que el Gobierno va a tener que regular mejor el traslado de plantas de un punto a otro para evitar que se entreguen especies que son problemáticas.

“Hay que entender que algunas especies invasoras pueden cambiar la frecuencia del fuego, también pueden cambiar el nitrógeno en el suelo, y ahora en muchas partes del mundo hay tanto nitrógeno que entra en el agua, porque muchas producen nitrógeno en sus raíces y eso sale a los ríos. Hay plantas alergénicas y también otras que portan plagas, entonces claro que es un problema que hay que tratar de solucionar”, sostuvo el investigador.

Aníbal Pauchard y Philip Hulme en el VIII Congreso Internacional Southern Connection.

Experiencia en Chile

A nivel nacional, el ecólogo e investigador Aníbal Pauchard sigue de cerca el problema, estudiando la realidad de distintas regiones a través del trabajo que realiza en la Universidad de Concepción y el Instituto de Ecología Biodiversidad (IEB).

Al respecto, el profesional explicó que “en Chile y con fines forestales, muchas de las plantaciones de pino se ubican muy cerca de las áreas protegidas y pasa mucho que esas plantaciones después se dejaron botadas, sin ningún cuidado, lo que produce que invadan las zonas cercanas donde hay biodiversidad”.

Frente a esta situación, dijo que están llevando a cabo un proyecto junto a CONAF en la Región de la Araucanía para cortar los pinos y luego poder restaurar la vegetación nativa. “Y eso tiene impacto para todo el país –subrayó Pauchard- porque la idea de nuestra investigación es que no solamente ocurra a nivel local, sino también a nivel nacional”.

De esta forma, el científico chileno hizo ver lo importante que es conservar la biodiversidad. “En Magallanes y, en general, en el Hemisferio Sur, tenemos un laboratorio natural para los investigadores de todo el mundo y eso es un experimento único que hay que cuidarlo para la conservación. En mi visión personal, la investigación no debiese ser, solamente, por temas teóricos, siempre debiera tener un trasfondo de aplicabilidad en términos de conservación de nuestra biodiversidad, y yo creo que eso es importante, sobre todo, en regiones como ésta”, concluyó.